domingo, 29 de marzo de 2015

****Obsesión****

Despierto tiritando de frío, seguramente gracias a que otra vez olvidé cerrar la ventana. Aún estoy atrapada en el umbral que separa al mundo de Morfeo del nuestro. Maldigo en voz alta, aunque las palabras se quiebran en mis labios por culpa de la resequedad de mí garganta. Todavía no he abierto los ojos, y lo primero que llega a mi cabeza es tu rostro, seguido de un nombre que curiosamente resulta ser el tuyo, cosa que no es de extrañar, tomando en cuenta que has sido el protagonista de mis sueños otra vez... Otra maldita vez. Ya llegamos al punto en el que ni dormida me dejas en paz, ¿acaso es tu forma de vengarte por mi constante y sigiloso acoso diurno? Calculo unos dos años desde que tu estancia en mi sesera es de tiempo completo, y una semana desde que apenas distingo lo que se supone es real de lo que se supone no lo es. Pero hay una diferencia significativa, y es que mientras estoy inconsciente eres mío... Completamente mío… Y así es por unas pocas horas cada noche, sin falta.

Me cubro con las sábanas, y con solo alargar una mano, tengo a mi alcance esa vieja fotografía en la que por falsa casualidad salimos juntos. La llevo a mi pecho y la abrazo con furor, hasta que los bordes del marco me hacen daño… Un dolor dulce por tratarse de ti. Si mi reloj no me engaña, aún faltan tres horas para que salga el sol. De mala gana me levanto, sabiendo que si vuelvo a dormir ahora tú serías la única fuerza en el universo capaz de sacarme de la cama antes de mediodía. Arrastrando los pies, me dirijo al espejo; veo ojeras sin sorprenderme, ya que otra vez invertí la mayor parte de mis horas de sueño en crear un sinfín de universos paralelos en el que tú y yo estamos juntos... Fantasías dulces, fantasías épicas, fantasías ardientes, fantasías oscuras, fantasías extrañas… Fantasías, fantasías, fantasías, fantasías… Solamente fantasías.

No sé si volver a la cama para tenerte en sueños, o tratar de permanecer despierta y salir de mi pieza para ver tu rostro una o tal vez dos veces en el transcurso del día, como busco desesperadamente casi a diario desde que ambos asistíamos al colegio y ambos aún desconocíamos que existía un color llamado índigo... Ambas cosas se tratan de ti, así que ambas son buenas. Otra ojeada en el espejo me dice que debería arrastrarme de vuelta a la cama... Si la autocompasión no fuera algo tan despreciable, estaría sintiendo pena por mí misma, o mejor dicho, por la criatura etérea que se refleja en el espejo. Tal vez si sigo así pronto me consuma en esta habitación, al igual que la ninfa Eco lo hizo en su cueva… Pero es ese caso, yo no quiero ser sólo un sonido, sino el aire, para poder invadir tu cuerpo a cada respiro y abrazarte todo el tiempo con sutileza.

Los riesgos y esperanzas de ser descubierta el día de hoy son pocos, pero existentes… Soy suficientemente cautelosa, y tú demasiado distraído. No sé qué hacer, siento que una mirada tuya podría atravesar cien capas de maquillaje, aunque sé que la idea es absurda, y en caso de que casualmente hoy fijaras tus ojos en mí, tu pequeña sombra, sentiría más vergüenza que alegría, pues mi aspecto es deplorable. La palidez en mi rostro es el papel sobre el que las marcas del insomnio escriben a grandes letras tu nombre... Sólo tu nombre... Y la palabra que define este sentimiento ante mis ojos y los del mundo: Obsesión.

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