martes, 19 de mayo de 2015

****La Silla****



Érase una vez una silla. Era una silla como cualquier otra, y realmente no tenía nada en particular; el típico color café, un tallado bastante común, una altura normal... Bueno, como dije, era bastante ordinaria. esta silla formaba parte de un juego de tres sillas más, exactamente iguales... Bueno, no exactamente... Aunque bastante empolvada, era la menos gastada de las cuatro pues llevaba tiempo que nadie la ocupaba.

Quince años atrás, un matrimonio se había decidido a formar una familia. Al poco tiempo, tuvieron un hijo... Era dueño de los ojos de la madre, el carácter de su padre y la alegría de la joven pareja. Una vida tranquila, no perfecta, pues la perfección no existe, pero sin motivos reales para lamentarse. Al poco tiempo, nace una niña. Ni el espacio ni el tiempo ni el dinero hacen falta, así que la pequeña es recibida con gran alegría.

Los pequeños crecen. Siguen siendo pequeños, pero ya son capaces de entender. La señora de la casa decide que un comedor es necesaria, y el salario del señor les permite adquirir uno. Nada extravagante ni mísero. Cuatro sillas hacen juego con el. Cada miembro de la familia adopta un lugar, único para el, un lugar que nadie más tiene derecho a ocupar. Es algo que jamás se dice en voz alta, pero está más que claro.

Unos años después, un conductor ebrio deja una silla vacía en el comedor, un lugar que nada llenará, salvó una fina capa de polvo.

Transcurridos dos años, los lugares no han cambiado; nadie se atreve a tocar la silla vacía, y, aunque las risas y los parloteos vuelven a inundar el ambiente, todos sabían que, desde que esa silla quedó vacía, nada volvería a ser lo mismo. Y ese aunque ese mueble no podía llenar el espacio, los hacia, sin darse cuenta, sentir más el vacío.

Las luces de la casa se apagan al cabo de unas horas y todos sé van a dormir. En medio de la noche, un corto circuito provoca un incendio. La silla arde como yesca hasta reducirse a carbón, al igual que todo en la casa.

Y aunque ahora se ha vuelto ceniza, los recuerdos siguen ahí.

lunes, 4 de mayo de 2015

****Sólo palabras****


Ella veía las palabras hirientes que otros se lanzaban como pequeñas dagas de cristal que se enterraban en la carne. Las verdades eran transparentes, las mentiras le recordaban a esos trozos de resina en los que queda algo de tierra encapsulada, claro, con la diferencia de que era cristal en lugar de resina. Fluían todo el tiempo, en todos lados y todas direcciones, muchas arrojadas de forma involuntaria.

Todas de distintos tamaños, se clavaban a distintas profundidades. Veía como las heridas provocadas sangraban, algunas por segundos, otras por años. Observaba como algunas de éstas se infectaban y carcomían vivas a las personas, incluso hasta dejarlas completamente podridas, muertas en vida. Y ellos nunca entendían por qué su mirada reflejaba tanto asco y lástima.

También veía las cicatrices. Jamás le bastaron los dedos de las manos para contarlas. Jamás. Varias eran tan antiguas como las palabras de desanimo o menosprecio que dirige de forma distraída un padre, irritado por una mala jornada, a su hijo pequeño... Otras profundas como un "Te odio" salido de la boca de un ser amado.

Y también, a través de un espejo,veía su propio cuerpo lacerado por una cantidad innumerable de estas diminutas dagas. Veía la sangre correr, y lágrimas de impotencia escapaban al ver como las pequeñas heridas se infectaban día a día, pues la pobre conocía de sobra el efecto, pero no la cura.

Callaba siempre, pues vivía con miedo de lo que pudiera provocar al decir. Solamente soltaba una risita burlona y amarga al oír que alguien decía "las palabras no duelen" o algo parecido.