lunes, 4 de mayo de 2015

****Sólo palabras****


Ella veía las palabras hirientes que otros se lanzaban como pequeñas dagas de cristal que se enterraban en la carne. Las verdades eran transparentes, las mentiras le recordaban a esos trozos de resina en los que queda algo de tierra encapsulada, claro, con la diferencia de que era cristal en lugar de resina. Fluían todo el tiempo, en todos lados y todas direcciones, muchas arrojadas de forma involuntaria.

Todas de distintos tamaños, se clavaban a distintas profundidades. Veía como las heridas provocadas sangraban, algunas por segundos, otras por años. Observaba como algunas de éstas se infectaban y carcomían vivas a las personas, incluso hasta dejarlas completamente podridas, muertas en vida. Y ellos nunca entendían por qué su mirada reflejaba tanto asco y lástima.

También veía las cicatrices. Jamás le bastaron los dedos de las manos para contarlas. Jamás. Varias eran tan antiguas como las palabras de desanimo o menosprecio que dirige de forma distraída un padre, irritado por una mala jornada, a su hijo pequeño... Otras profundas como un "Te odio" salido de la boca de un ser amado.

Y también, a través de un espejo,veía su propio cuerpo lacerado por una cantidad innumerable de estas diminutas dagas. Veía la sangre correr, y lágrimas de impotencia escapaban al ver como las pequeñas heridas se infectaban día a día, pues la pobre conocía de sobra el efecto, pero no la cura.

Callaba siempre, pues vivía con miedo de lo que pudiera provocar al decir. Solamente soltaba una risita burlona y amarga al oír que alguien decía "las palabras no duelen" o algo parecido.

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